Hoy hemos visitado la tienda Bien y Bio situada en pleno centro de Sevilla, en calle Regina nº 18, es actualmente la única tienda dedicada a la venta de productos cosméticos que son exclusivamente ecológicos. Su establecimiento, acogedor, ofrece gran cantidad de productos cosméticos de origen natural y con certificaciones ecológicas.
Leslie Vilin es la encargada de la tienda. Se unió a la Fundación Agroecosistema a finales del verano pasado; nos conoció y decidió unirse a nuestra causa, apostando por colaborar con nosotros en impulsar y seguir promoviendo producción y consumo de productos ecológicos certificados.
Leslie nos ha enseñado cada rincón de su tienda, donde podemos observar que todos los productos que ofrece son ecológicos y certificados, y descubrimos todo tipo de artículos y una amplísima oferta de marcas.
En la actualidad, que a todos nos gusta cuidarnos y sentirnos bien estéticamente, hemos visto interesante entrevistar a Leslie, para que nos aporte su punto de vista, y que los consumidores conozcan un poco más ésta cosmética mucho más sostenible y saludable.
La cosmética ecológica ¿Es lo mismo? ¿En qué se diferencian? ¿Cómo se identifican unos productos de otros?
La cosmética convencional y ecológica muestran grandes diferencias por no decir que son casi polos contrarios y es difícil dar una respuesta corta exhaustiva. Si nos fijamos tan sólo en la composición de los productos, mientras que en la cosmética convencional, se usan con frecuencia ingredientes de origen sintético y petroquímico, hasta algunas veces de origen animal, la cosmética bio excluye totalmente los procesos sintéticos y químicos contaminantes o peligrosos. En definitiva, el pliego de condiciones de la cosmética bio defiende una alternativa natural cuyos ingredientes y ciclo de vida respetan tanto nuestra salud como el medioambiente:
• Ingredientes de calidad: del reino vegetal, a veces subproductos del reino animal (leche, miel) y otros minerales (sal, arcilla, …).
• Procesos de producción seguros y sanos para la piel y el medioambiente.
• No testados en animales.
• Fórmulas sin compuestos tóxicos: OGM, derivados de la petroquímica, conservantes de síntesis, siliconas, nitratos, pesticidas, metales pesados…
• Envases mínimos y respetuosos del medioambiente.
Insisto en el hecho de que el primer paso de momento y la única forma más segura para identificar un cosmético bio es comprobar si tiene alguna certificación ecológica mediante el logo que se puede ver en los envases (BDIH, COSMEBIO, NATRUE, SOIL ASSOCIATION,…). Cada certificadora tiene sus propios criterios, unas son muy estrictas y otras más laxistas. Se pueden consultar en Internet.
Mi trabajo en Bien y Bio consiste en su mayor parte en hacer esta selección para el consumidor para que pueda comprar su cosmético con total tranquilidad. Doy mucha importancia a la certificación porque son organismos que garantizan la trazabilidad y la calidad bio del producto. Al no tener reglamentación las palabras “natural” “bio” “orgánico”, en el mercado actual encontramos de todo y no nos podemos fiar.
¿Cuáles son las principales ventajas de usar cosmética ecológica sobre la que contiene ingredientes sintéticos?
Dada su composición mucho más sana, los cosméticos bio son menos agresivos para la piel y son claramente más efectivos. El hecho de usar materias vegetales con ácidos grasos y vitaminas, sin pesticidas ni químicos permite una mejor asimilación de la crema y la preservación de sus propiedades: todos los ingredientes son principios activos. En un cosmético convencional, los ingredientes de base no tienen ninguna propiedad (aceites minerales o de silicona) y el porcentaje de principios activos es débil. Un producto biológico puede contener concentrados activos en hasta un 95% de su composición, un producto convencional pocas veces supera los 10%. Creo que no queda duda sobre la eficacia de ambos productos…
¿Qué cambios vamos a sentir en la piel del rostro al cambiar nuestra crema con ingredientes sintéticos a uno ecológico?
Es muy probable que tu piel pase por una fase de adaptación: imagina que está acostumbrada a recibir bases mayoritariamente químicas que suelen impedir que respire bien tapando los poros en algunos casos. Es una cosmética inerte. Al ser mucho más elevada la concentración de principios activos en un cosmético bio la piel tiene que hacer algunos ajustes: eliminación de residuos químicos, regeneración,…. El proceso de auto regeneración de la piel tarda unos 28 días, con lo que suelo avisar al principio que hay que tener un poco de paciencia. Por lo general, el proceso es relativamente rápido. Antes solíamos encontrar texturas densas y olores muy poco finos a “plantas”. Ahora la cosmética bio evoluciona tan rápido que propone un abanico de texturas adaptadas a las necesidades modernas y unos olores obtenidos a base de aceites esenciales absolutamente deliciosos.
¿Es cierto que son tan malos los ingredientes químicos para la piel?
La inmensa mayoría de los ingredientes sintéticos que se usan en la cosmética convencional no se han probado mediante estudios, con lo que podemos considerar que somos nosotros los conejillos de indias. Si en los últimos años algunos ingredientes se han identificados claramente como tóxicos hasta a veces cancerígenos, otros nos dejan con cierta incertidumbre. En cualquier caso, es muy difícil evaluar a largo plazo los efectos de estos productos en la piel o medir el impacto ecológico de los procesos de obtención de los ingredientes de síntesis. Si somos capaces de formular unos cosméticos más sanos, eficaces y respetuosos del medioambiente, ¿Por qué correr un riesgo inútil exponiéndonos a estas sustancias?
¿Se consume más productos eco ahora que antes? ¿Qué es lo que más te demandan?
El consumo de productos ecológicos está claramente en aumento: por convicción o por necesidad como alternativa a una cosmética agresiva. Lo positivo es que cada vez más se difunde la información.
Los productos que más me piden son las cremas hidratantes, los productos de higiene y para bebés. Desgraciadamente, éstos presentan cada vez más cuadros de pieles atópicas o extrema sensibilidad. En varios casos, la cosmética bio ha demostrado ser una posible opción ante el uso de corticoides. El maquillaje también está teniendo cada vez más éxito.
¿Se conserva de igual modo los productos de cosmética eco que los convencionales?
No, y es la mayor dificultad a la que se enfrenta la cosmética bio. Cada producto tiene que ser microbiológicamente estable: la proliferación de microorganismos tiene que estar controlada después de abrir el cosmético. Al emplear la química en la cosmética convencional, antes era muy fácil conservar un producto mediante el uso del formaldehido por ejemplo: un ingrediente tremendamente eficaz pero igual de peligroso como lo sabemos ahora. También conocemos la polémica de los parabenos. Para los pioneros de la cosmética natural y bio, la cuestión de la conservación ha sido el reto más arduo de los años 60/70. Lo que se necesita para garantizar la estabilidad microbiológica de un producto depende de una serie de factores: la formulación del producto, su producción y el tipo de envase. Teniendo en cuenta estos parámetros para evitar la contaminación del producto se consigue usar menos conservantes y éstos pueden ser más suaves. Es una solución para evitar los conservantes de síntesis. El cosmético se suele concebir de forma que contenga componentes con propiedades conservantes, como a veces el alcohol o los aceites esenciales.
Una cuestión que preocupa al consumidor, ¿Qué diferencia económica puede existir frente a la cosmética convencional?
Depende de lo que sueles comprar y donde. Pero diría que en regla general, si eliges un cosmético ecológico, pagas la calidad de los ingredientes, la dificultad de elaboración, el trabajo de investigación, … En un cosmético convencional, pagas los costes de los envases, del marketing,… y en una parte ínfima el producto en sí. Los ingredientes químicos tienen la gran ventaja de ser muy baratos para los fabricantes. A modo de ejemplo, podemos observar una diferencia enorme entre el coste de una base detergente química y ecológica de alta calidad: ¡se puede multiplicar por 14! La cosmética bio tiene un coste real que hay que tener presente. Elegir un cosmético bio es también una forma de impulsar otro tipo de economía: los márgenes sobre los productos de cosmética convencional y bio tampoco son los mismos…
¿Quiero decir con esto que la cosmética bio es un lujo totalmente inasequible? En absoluto: si te quieres comprar un coche, puedes elegir un Ferrari o un Ford. No pertenecen a la misma gama pero ambos te llevarán con seguridad adonde quieras. Al crecer cada vez más la demanda, los fabricantes de cosmética bio proponen excelente precios y hasta han creado “líneas low cost” o “familiares” para acercarse a todos los públicos. En la tienda, puedes encontrar una hidratante facial por 6.50€, un lápiz de ojos por 3.95€,… Uno de los objetivos en mi trabajo es poder presentar un abanico de precios para poder ajustarse a las posibilidades de cada uno. Buena noticia para el consumidor, ¿no?
Actualmente, entre la cosmética “low cost” que nos ofrecen supermercados, la cosmética farmacéutica que nos recomiendan los dermatológos, la cosmética de alta gama de marcas de alta costura, y la cosmética artesanal que tan de moda está, en fabricarnos nuestros propios productos, damos una razón para convencernos del uso de la cosmética ecológica.
¿Sólo una? Como mínimo te diría por cuestiones de salud y/o seguridad, de eficacia y de economía: pagas por la calidad de un producto y apoyas una economía más justa.
La cosmética “low cost”, farmacéutica, de alta gama tienen en común el usar bases químicas inertes que no aportan nada a la piel y muchas veces la sensibilizan o presentan cierto peligro para la salud. Las diferencias se notarán a veces en la concentración de principios activos, la publicidad acerca del producto, el tipo de envase, … En el caso de la alta cosmética o farmacéutica, se financia en cierta medida la investigación de nuevas texturas o colores pero ¡ojo!, no van enfocados a la salud en absoluto, se usarán más químicos para conseguirlo, sólo se buscan efectos determinados. Sé que molesta esta realidad, pero muchas veces un cosmético – se supone – de alta gama no vale mucho más en cuanto a su composición que un producto de supermercado. Ay, chirrían los dientes…
En cuanto a la cosmética artesanal, puede presentar algunos peligros tanto a nivel de conservación: no hay los mismos gérmenes en tu casa que en un laboratorio. Y muchas veces no se pueden comprobar la calidad de las materias primas o su origen. Y no siempre te puedes fiar de la buena fe de tu vecino que está convencido de que ha creado la mejor crema del mundo. Esto pasa por falta de información, las intenciones siempre son buenas.
Estuvieron muy de moda los jabones de glicerina pero nadie se paró a buscar si los panes de glicerina que compraban eran de origen vegetal, ecológicos o no contenían otras sustancias… Y desgraciadamente, todavía no he encontrado un pan de glicerina “limpio”. Lo mismo pasa cuando haces un jabón con sosa: nunca sabes si el proceso de curación se ha realizado bien y no quedan restos de sosa en tu producto. Los aceites esenciales pueden ser muy peligrosos si mal usados. Como último ejemplo, si decides hacer una crema, tendrás que usar un conservante para evitar la contaminación bacteriana y sabemos que es un tema delicado o sino consumir tu crema rápidamente y guardarla en el frigorífico.
¡Cuidado! No estoy en contra de la cosmética artesanal en absoluto: la veo muy lúdica, quita el mito de que una cosmética eficaz sólo se consigue mediante grandes laboratorios. Yo misma a veces fabrico mis cosméticos… Pero hay que ser consciente de sus límites y posible peligro, elaborarla con sumo cuidado y tener presente que también necesita mucho tiempo y que muchas veces no sale más barata que comprarse un producto ya elaborado. Otro factor importante es que las realizaciones son más limitadas y a veces no resultan prácticas para las necesidades cotidianas.